BAHREIN 29 ABRIL 2011

Hombre frente a un cartel que pide la horca para los opositores.
El jeque parecía nervioso.
"Le pido que no vaya a ese pueblo", dijo.
"Si lo hace, la policía lo arrestará, le quitarán las cintas y voy a tener que ir a sacarlo de la estación de policía".
Nuestro equipo se indignó. Sin duda, se trataba de algo escandaloso.
¿No nos había prometido el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bahréin que tendríamos libertad para entrevistar a quien quisiéramos?
Lo habían hecho, salvo que ya no tenían la última palabra.
Lo que el jeque -un miembro de la familia gobernante Al-Khalifa pero con una posición más bien subalterna- estaba tratando de decirnos es que él no tenía el poder para protegernos de las fuerzas de seguridad del país.
La policía usa la fuerza para acabar con las protestas
Concesiones
Desde mediados de marzo, cuando se declaró la ley marcial, los de línea dura en este pequeño pero estratégico reino del Golfo han triunfado sobre los moderados. Durante tres semanas, el príncipe heredero, educado en Occidente y reformista, mantuvo a la policía a raya, mientras que negociaba con la oposición. Les ofreció, entre otras concesiones, un parlamento elegido, con poderes ejecutivos, algo que el resto de su familia no veía con buenos ojos. Pero los líderes de la oposición chiita vacilaron.
Ellos vieron lo que estaba ocurriendo en Egipto y Túnez, donde los regímenes estaban siendo arrastrados por una ola de protestas populares, y tal vez los manifestantes más jóvenes pensaron que aquí podían hacer lo mismo. O sea, ¿por qué conformarse con compartir el poder cuando se tiene la oportunidad de tenerlo todo?
Preocupación
La importante minoría sunita y los expatriados estaban horrorizados. Se preguntaban hasta dónde llegaría esto. ¿Iba el agradable y liberal Bahréin a convertirse en una república islámica al estilo iraní? Mientras tanto, las protestas, que ya la policía había tratado de frenar con disparos letales, se estaban saliendo de las manos.
Jóvenes con pañuelos en la cara y piquetas a su lado estaban cortando las rutas. La capital, Manama, se paralizó, la actividad económica se detuvo en seco y las personas tenían miedo de salir de sus casas. Al otro lado de la calzada que une a Bahréin con Arabia Saudita, a los príncipes del vecino país se les estaba acabando la paciencia: esto podría resultar contagioso. O lo resuelven ustedes, le dijeron a Bahréin, o lo hacemos nosotros.
Tras una ráfaga de llamadas telefónicas, se dio una señal y soldados sauditas entraron a Bahréin, mientras que las fuerzas de seguridad despejaban las barricadas. El tiempo para el diálogo había terminado y se declaró el estado de excepción.
Análisis: ¿Por qué Arabia Saudita interviene en Bahréin?
Tranquilidad anormal
Así que allí estábamos la semana pasada, quedándonos en el mismo hotel donde yo solía jugar al backgammon con los pilotos de Tornados, mientras descansaban de sus misiones en Kuwait durante la Operación Tormenta del Desierto, hace 20 años.
El Sheraton estaba a menos del 10% de su capacidad, su restaurante iraní estaba cerrado, el chino también y la cafetería estaba totalmente desierta. Un vehículo blindado, con un retrato del primer ministro pegado en un costado, estaba frente a mi antigua oficina.
Los soldados de Bahréin, con chalecos antibalas, vigilaban el tráfico y, no muy lejos, una fila de antiquísimos tanques estadounidenses abandonados estaban apostados en las carreteras vacías que conducen a los restos arrasados de la rotonda de la Plaza de la Perla, el epicentro de las protestas de febrero y marzo. La capital parecía extrañamente tranquila, como si hubiera recibido algún tipo de sedante. Pero en las aldeas chiitas encontramos un panorama bastante diferente.
Martirio
Noche tras noche, hombres corpulentos con pasamontañas negros y ametralladoras irrumpen en las casas y se llevan a presuntos activistas de la oposición. Más de 400 han sido detenidos y algunos no han regresado. Asistimos al funeral de un hombre que se había entregado a la policía, sólo para que su muerte bajo custodia se anunciara una semana después. La callejuela empobrecida, con sus paredes descascaradas, estaba llena de dolientes.
El martirio siempre ha ocupado un lugar central en la cultura chiita y, para los dolientes, el cuerpo que llegó desde el hospital, maltratado, magullado y lacerado, era el de un mártir. La multitud estalló en gritos de "¡Abajo el rey Hamad" y "Abajo el régimen". Un helicóptero de la policía sobrevolaba el lugar, tomando fotografías, según algunos con una cámara de alta definición. La multitud agitó sus puños en el aire, temblando desafiante.
Viaje al pasado
El cortejo fúnebre pasó delante de mí. Era pura ira en movimiento y las mujeres, con sus velos negros abaya alrededor de sus rostros, gritaban al unísono. El helicóptero se fue: tal vez ya tenían suficientes fotos para el día.
La tarde siguiente, aproveché que tenía tiempo entre unas entrevistas para visitar mi vieja casa, escondida en un pueblo de la costa oeste de la isla. Poco había cambiado. Las palomas continúan arrullando desde las hojas polvorientas de las palmeras datileras y las moscas siguen llegando desde los establos cercanos.
Éste es el Bahréin de a principios de los años 90 que yo recordaba, tranquilo y sin problemas, un lugar donde yo solía ir hasta la casa de un vecino para sentarme sobre su alfombra exterior y hablar en árabe, mientras disminuía el calor del día y la llamada a la oración vespertina se escuchaba a través de los palmares.
Nada se movía, salvo tal vez el susurro de una mangosta en la maleza. Ahora, ese Bahréin estaba allí ante mis ojos. Y sin embargo, de alguna manera, debido a todo lo que ha pasado aquí recientemente, sentí que, si extendía la mano para tocarlo, se desvanecería. El Bahréin que conocí no estaba allí en lo absoluto.
BBC Mundo

Las fuerzas de seguridad de Bahréin retomaron el control de la céntrica plaza Perla, en Manama, escenario de las principales protestas antigubernamentales en el país.
Vehículos militares, incluyendo tanques y helicópteros, fueron empleados para romper las barricadas instaladas por los manifestantes, que demandan reformas políticas en el pequeño reino del Golfo Pérsico.
Las autoridades también emplearon gases lacrimógenos y, según algunos reportes, además dispararon con armas de fuego.
Un líder opositor le dijo a la BBC que los enfrentamientos dejaron al menos cinco muertos y centenares de heridos, pero estas afirmaciones no han podido ser confirmadas independientemente.
"Es como estar en una zona de guerra", afirmó.
Disparos
La corresponsal de la BBC en Manama, Caroline Hawley, informó que también se han escuchado disparos en otras partes de la ciudad y que las tropas ahora están rodeando el principal hospital.

Según varios médicos, las autoridades no están dejando entrar ni salir a nadie del centro hospitalario, por lo que los heridos están siendo atendidos en mezquitas y casas particulares.
Los sucesos se producen dos días después de la llegada a Bahréin de tropas de Arabia Saudita, solicitadas por el gobierno para hacer frente a problemas de seguridad.
Desde hace varias semanas, las protestas enfrentan a la mayoría chiíta con la minoría gobernante sunita, que el martes declaró el estado de emergencia en el país.
Pablo Esparza
BBC Mundo

Desde que comenzó la ola de protestas en el mundo árabe y musulmán hace apenas tres meses, el envío de tropas sauditas y de los Emiratos Árabes Unidos a Bahréin fue la primera intervención extranjera en la crisis interna de un país. Un hecho que pone de relieve la importancia estratégica de este pequeño estado del Golfo Pérsico.
Con tanques, gases lacrimógenos y helicópteros, las fuerzas de seguridad de Bahréin desalojaron este miércoles a cientos de opositores de la plaza de la Perla, el lugar donde se habían reunido durante semanas. Al menos tres personas murieron en la acción.
El ejército de Bahréin impuso además un toque de queda de 12 horas diarias, de cuatro de la tarde a cuatro de la madrugada.
De este modo, el rey Hamad al Khalifa, quien gobierna el país desde 1999, dio un paso más en la represión a los manifestantes que piden reformas democráticas y más representación política, especialmente para la población chiita.
Pese a que esta confesión islámica representa el 70% de la población, durante décadas el poder ha sido ejercido por la minoría sunita, encabezada por la familia Al Khalifa, estrecha aliada de la vecina dinastía Saud.
Intervención saudita
El problema de Saud al Faisal –ministro de Exteriores saudita desde 1975- es con Irán (…). Recientemente, la esfera de influencia saudita se redujo en Líbano, Siria, Egipto y los Territorios Palestinos y desapareció en Irak
Madawi Al-Rasheed, profesora del King’s College
Esta alianza es una de las razones que motivaron el desplazamiento este lunes de mil efectivos de la guardia nacional saudita -y unos 500 agentes de los Emiratos Árabes Unidos- al archipiélago de Bahréin.
"Esta intervención fue una petición de las autoridades de Bahréin a través del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo. Desde su punto de vista es sólo ayuda exterior. Pero desde la perspectiva de los manifestantes es una intervención extranjera", comentó a BBC Mundo Paul Rogers, profesor en la universidad británica de Bradford.
Las reacciones internacionales fueron dispares. Washington aseguró que esta acción no es una invasión, pero al tiempo pidió moderación al gobierno saudita, uno de sus socios clave en la región y suministrador de casi el 12% del petróleo que consume Estados Unidos.
En cambio, Irán criticó este miércoles duramente la intervención y las acciones de las fuerzas de seguridad.
Las miradas sobre Bahréin

Pese a su pequeño tamaño, son muchos los ojos que miran y las voces que opinan sobre Bahréin, cuya importancia geopolítica y económica se revelan enormes: en esa isla del Golfo Pérsico se aloja la quinta flota naval de Estados Unidos y frente a sus costas circula el 33% del petróleo mundial.
Pero además, algunos analistas apuntan que Bahréin se está convirtiendo en un tablero de ajedrez donde las dos potencias regionales, Arabia Saudita e Irán están jugando una partida con implicaciones que van más allá de la isla.
"El problema de Saud al Faisal –ministro de Exteriores saudita desde 1975- es con Irán (…). Recientemente, la esfera de influencia saudita se redujo en Líbano, Siria, Egipto y los Territorios Palestinos y desapareció en Irak. Irán no sólo tuvo éxito en desmantelar la hegemonía regional saudita, sino que además penetró en las sociedades civiles árabes y musulmanas", escribió el 14 de marzo Madawi Al-Rasheed, profesora de la universidad londinense King’s College, en el diario estadounidense The New York Times.
En cambio, otros expertos advierten que la percepción saudita podría estar exagerando el crecimiento de la influencia iraní en la región.
"Irán tiene sus propios problemas económicos internos serios. Creo que los sauditas perciben a Irán como una amenaza mucho mayor de lo que es", indicó Rogers.
Temor al "contagio"
Los gobernantes sauditas parecen aterrados de que las revueltas se extiendan a las regiones chiítas del este del país
Jonathan Marcus, experto de la BBC
En este sentido, destacan los expertos, Riad observa con desconfianza las protestas en el país vecino también por un interés político interno al considerar que podrían tener ecos en sus provincias orientales, de mayoría chiita y que ya fueron escenario de disturbios en las últimas semanas.
"Los gobernantes sauditas parecen aterrados de que las revueltas se extiendan a las regiones chiitas del este del país", señaló el experto de seguridad de la BBC Jonathan Marcus.
"Esa zona alberga las mayores infraestructuras petroleras y concentra a la mayor parte de los chiitas (...), que se enfrentan más o menos a los mismos problemas que sus vecinos de Bahréin. No sería la primera vez que pidieran más derechos", apuntó la profesora Elsa Foucraut en un artículo reciente escrito para el Centro Noruego para la Construcción de la Paz.
Más allá de los efectos inmediatos de las protestas en Bahréin, sugiere la investigadora, el influjo del movimiento opositor en ese país -que cuenta a diferencia de Arabia Saudita con una activa sociedad civil- podría resultar clave en una región caracterizada por gobiernos de corte autoritario.
"Aunque las protestas no se extiendan a Arabia Saudita y otros países del Golfo, lo que está sucediendo en Bahréin tendrá, probablemente, una influencia más sutil y a más largo plazo en los regímenes de la zona. El país ya está siendo un lugar de ensayo para las reformas económicas y políticas en el Golfo", concluye.
Arturo Wallace
BBC Mundo

La llegada de tropas extranjeras a Bahréin para lidiar con las protestas antigubernamentales que afectan al pequeño país desde hace semanas ha sido descrita de diferentes maneras por los involucrados.
Cerca de un millar de efectivos de la guardia nacional de Arabia Saudita, y unos 500 policías provenientes de los Emiratos Árabes Unidos, cruzaron a territorio bahrení el lunes, luego de que las autoridades del reino solicitaran la ayuda de sus socios en el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico (CCG).
Las autoridades bahreníes justificaron la misión "por la común responsabilidad de los países del CCG en el mantenimiento de la seguridad y estabilidad" en la región.

Pero, la oposición describió la situación como una "ocupación flagrante" y un "complot contra el pueblo desarmado de Bahréin".
Y el gobierno de Irán denunció una "invasión saudita", calificando la situación de "inaceptable".
Estados Unidos, por su parte, rápidamente le pidió a las autoridades bahreníes y al resto de países miembros del CCG que no usaran la fuerza en contra de los manifestantes y que respetaran sus derechos.
Pero la Casa Blanca dijo que no consideraba que la situación pudiera ser descrita como una invasión o una violación de la soberanía, y se abstuvo de exigir el retiro de los efectivos militares sauditas del país, que también sirve de base a la V Flota estadounidense.
Esa actitud ha hecho inevitable una pregunta: ¿reaccionaría Washington de forma diferente si hubieran sido, por ejemplo, tropas iraníes las que se hubieran movilizado para responder a la demanda de ayuda de otro gobierno?
Doble rasero
Para Gustavo Morales, experto en temas iraníes y subdirector de la revista de temas de defensa War Heat, la respuesta a esta pregunta es un resonante "sí".

"Washington estimula la revuelta interna en Irán en nombre de la democracia y no hace ningún comentario sobre las dictaduras sátrapas que existen desde hace años en la región", le dijo Morales a BBC Mundo.
"Hay una ley para Teherán y otra para Bahréin, Kuwait, Omar, Qatar…", afirmó Morales.
Y para el especialista en temas de defensa de la BBC, Mark Mardell, las diferentes posturas de occidente ante los acontecimientos de Libia y los de Bahréin también ponen en evidencia el doble estándar de su política en la región.
"A veces el silencio habla más alto que las palabras. Y antes que discusiones acerca de la posibilidad de ampliar la zona de exclusión aérea (que se está considerando para Libia) a Bahréin, lo que habrá serán omisiones vergonzosas y la determinación de ver hacia otro lado", dijo Mardell.
"No habrá ni una palabra sobre la posibilidad de armar a los rebeldes. Tampoco se pensará en imponer sanciones. Después de todo, se trata de un país y una región que son mucho más importantes para Estados Unidos. Así que nadie va a querer discutir posibles respuestas a cualquier exceso", afirmó.
Las diferencias
Mardell, sin embargo, reconoce que hay importantes diferencias entre lo que ocurre en Libia y lo que está pasando en Bahréin.
LAS FUERZAS CONJUNTAS BLINDADAS DE LA PENÍNSULA
El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) está actualmente integrado por Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y su brazo armado -las Fuerzas Conjuntas Blindadas de la Península- fue creado en la década de 1980.
El CCG envió tropas a Kuwait, en 1991, para apoyar los esfuerzos de EE.UU. por expulsar a los soldados de Saddam Hussein, y en 2003, antes de la invasión de Irak.
El envío este lunes de tropas, sin embargo, es el primer caso en que el Consejo envía tropas para lidiar con problemas internos de uno de sus miembros.
"El coronel Gadafi ha matado a mucha de su propia gente. Las autoridades bahreníes están divididas entre tolerar y reprimir a sus oponentes, pero aún no se han producido masacres. Lo que hay son demostraciones, no una guerra civil. Pero las tropas sauditas seguramente no están ahí para ayudar a manejar el tráfico".
"Y si se trata de una cuestión de principio, aquellos que demandan una intervención en Libia deberían al menos prometerle protección a la oposición de Bahréin", escribió Mardell.
Las acusaciones de doble moral, sin embargo, no son sólo para Washington y sus aliados.
En Irán, la oposición también ha acusado a las autoridades de hipocresía por apoyar las revueltas populares en el mundo árabe, mientras reprimen a sus propios ciudadanos.
"Y si uno ve lo que está ocurriendo en Bahréin desde un punto de vista legalista y diplomático es fácil llegar a preguntarse ¿cuál es el problema?", admitió Mark Urban, editor para asuntos diplomáticos del programa de la BBC Newsnight.
"Ambos países (Bahréin y Arabia Saudita) son miembros del CCG y fue uno de ellos el que solicitó la asistencia del Consejo", explicó Urban.
Un mensaje a Teherán
Sin embargo, para muchos analistas, la presencia de efectivos de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos en Bahréin no responde tanto a una necesidad real en materia de seguridad, como a la de enviarle un mensaje a Irán.

Las protestas reflejan el descontento de la mayoría chiita con los monarcas sunitas de la casa de al-Khalifa, que tiene más de 200 años en el poder.
"Y el Consejo de Cooperación del Golfo es visto por muchos como un vehículo de Arabia Saudita para mantener el control de la seguridad en una región mayoritariamente sunita", explicó Urban.
Así, con su presencia en territorio bahrení, las tropas sauditas le estarían enviando un mensaje tanto a la oposición como a Irán, la principal potencia chiita y el gran rival de los sauditas en la región.
De hecho, Irán reclamó a Bahréin como parte de su territorio durante 17 años, hasta 1971.
Y Teherán también ha sido acusado de promover y financiar a los grupos chiitas más allá de sus fronteras.
"La verdad es que Irán ya ha mandado tropas a apoyar a los chiitas en el extranjero, aunque no oficialmente, ni de forma regular", le dijo a BBC Mundo Gustavo Morales, poniendo como ejemplo sus lazos con el grupo islamista libanés Hezbolá.
Pero, ¿un despliegue como el de las tropas sauditas en Bahréin?
"Seguramente Estados Unidos no lo permitiría", concluyó.