Aznar habla, sube el pan
Esta semana, por enésima vez, Aznar ha decidido hacer daño a los intereses de los ciudadanos españoles.
¿Cuánto costará a los bolsillos de los contribuyentes que el expresidente del Gobierno haya proclamado que “España tiene muy, muy complicado pagar su deuda”?
¿Cómo influye tal mensaje en el tipo de interés que el Estado tiene que pagar a los compradores de sus bonos?
Ayer se conoció aquí el contenido de una conferencia que Aznar había ofrecido en Nueva York.
Primero estalló la polémica porque en el coloquio posterior calificó a Gadafi de “amigo extravagante, pero amigo de Occidente”, en contradicción con las posiciones de la ONU, de la OTAN y del propio Partido Popular.
Horas después matizó esas palabras sin una sola mención a las dudas sobre la solvencia de España, a su juicio más complicada aún tras la subida de tipos decretada por Trichet.
Podría exigir (con razón) que el BCE piense más en el crecimiento y menos en la inflación, pero Aznar prefiere centrar el tiro donde más duele. No al Gobierno socialista, sino al bolsillo de todos.