El 'modus operandi' de Anders Breivik estaba en el manifiesto
Cada paso de la operación – antes, durante y después – que, según él mismo ha confesado, Anders Behring Breivik llevó a cabo en Oslo y Utoya, y que acabó con la vida de 76 personas, estaba planificado de antemano y puesto por escrito en el manifiesto '2083: Una Declaración Europea de Independencia', que colgó en internet poco antes de cometer presuntamente los atentados.
Cada paso de la operación – antes, durante y después – que, según él mismo ha confesado, Anders Behring Breivik llevó a cabo en Oslo y Utoya, y que acabó con la vida de 76 personas, estaba planificado de antemano y puesto por escrito en el manifiesto '2083: Una Declaración Europea de Independencia', que colgó en internet poco antes de cometer presuntamente los atentados.
En primer lugar, cita cinco puntos que se deben dar en toda operación “clandestina”, y que emuló a rajatabla en los ataques de Oslo y Utoya. Entre ellos, se habla de “tener mayor movilidad y velocidad que la policía”.
Como ha revelado la prensa noruega, los barcos de lapolicía no tenían capacidad para transportar todo lo necesario para combatir a Breivik en Utoya y, además, los helicópteros se encontraban en el extremo opuesto del país.
En un primer momento, llamó la atención que el autor confeso de los atentados apareciera en la isla de Utoya disfrazado de policía, pero esa táctica se encontraba también entre las recomendaciones de su manifiesto, porque “creará confusión y dudas al enfrentarse a agentes hostiles y nos granjeará al menos 1 o 2 segundos extra que necesitamos para neutralizar cualquier amenaza potencial”.
Más macabro aún resulta descubrir que el primer atentado, el perpetrado en el centro de Oslo, estaba previsto como medida de distracción para atacar en Utoya. “Haz un ruido en el este, y entonces ataca en el oeste”, escribe Breivik. “Hacerlo debería crear una expectativa en la mente del enemigo” que después permite actuar con mayor impunidad en el verdadero escenario de la masacre.
Así sucedió: los ojos de todo el país, y mediomundo, estaban puestos en Oslo cuando saltó la noticia de que un tiroteo estaba teniendo lugar en la desconocida isla de Utoya.
Y no acaban aquí las coincidencias entre lo escrito y lo que sucedió. El abogado de Breivik ha asegurado en las últimas horas que, probablemente, su defendido se encontraba bajo los efectos de alguna droga estimulante cuando actuó.
Eso también lo recoge Breivik en su manifiesto, donde recomienda “el uso de esteroides anabolizantes para incrementar de forma significativa la agilidad, velocidad, fuerza y resistencia”. Especifica qué tipos de anabolizantes son, a su juicio, los adecuados para el esfuerzo físico de una matanza y, además, da buena cuenta de dónde y cómo adquirirlos.
La indumentaria y la escenografía templaria tampoco es casual. “Toma prestado un cadáver para resucitar el alma”, dice Breivik. “Revivir algo del pasado dándole un nuevo propósito o devolver a la vida viejas ideas, atuendos o tradiciones y reinterpretarlas para encajar en tus propósitos”. Es exactamente lo que él hizo con los antigos cruzados templarios, parafraseando sus ideas en su lucha islamofóbica.
El objetivo del ataque, un campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista Noruego, donde impartía una conferencia el primer ministro Stoltenberg, también era predecible en base al manifiesto. '2083: Una Declaración Europea de Independencia' contiene una lista de objetivos prioritarios para un atacante “en solitario”.
¿Cuál la encabeza? Los “partidos políticos MA100”, especialmente “reuniones anuales de los partidos políticos MA100”. Se trata de una abreviatura de Multiculturalist Alliance 100 y en ella se incluye el Partido Laborista Noruego (y también varios españoles).
También incluye entre sus prioridades de ataque las instalaciones relacionadas con el petróleo y las fuentes de energía, en la medida en que un ataque contra estas infraestructuras puede suponer una sangría económica para un país. Así lo hizo. La explosión en Oslo tuvo lugar en el distrito gubernamental, junto a la sede del Ministerio del Petróleo. Todo cuadra.
Esto en lo que respecta al pasado, a lo ya sucedido, pero ¿qué planes tenía Breivik para después de una detención que daba por hecha?
Hacer del juicio una plataforma propagandística de sus ideas. “El objetivo de los luchadores de la Resistencia Europea no es ganar el juicio, sino presentar su causa de la forma más favorable para generar el máximo número de simpatizantes y apoyos posibles”, reza el manifiesto.
Y va mucho más allá. Breivik ya preveía lo que está sucediendo, que la población noruega iba a pedir un endurecimiento de la ley para que su condena sea lo más dura posible. Así lo expresa: “El juicio en sí mismo puede acabar siendo sólo una formalidad del objetivo de cambiar la ley, forzando al parlamento a introducir la pena de muerte o endurecer las leyes penales de otro modo.
Forzar indirectamente al parlamento de tu país a cambiar la ley sería una victoria indirecta para nuestro movimiento, porque granjearía una cobertura mediática significativa para nuestra causa y eso contribuirá a nuestros esfuerzos futuros de reclutamiento”.
Todo estaba calculado, todo pensado para hacer de su matanza un hito de la propaganda y de su figura un mártir de la causa ultraconservadora. Todo medido para que la matanza de 76 personas inocentes pasara a la historia como algo heroico.
Lo que no calculó Breivik es que la historia la hacen los pueblos, y el pueblo noruego se ha echado a la calle en una multitudinaria manifestación de más de 150.000 personas para condenar sus atentados.
Cualquiera en su sano juicio lo consideraría un loco y, pese a las indicaciones en contra de su manifiesto, esa parece ser la línea de defensa que llevará su abogado.
Al final, ni siquiera una planificación metódica puede librar a un asesino (confeso) de ser condenado. Tal vez, como se está diciendo, por crímenes contra la humanidad.