Existe cierto paralelismo entre la Europa del año 2011 y la América Latina de 1985

El economista Santiago Niño Becerra dice que las comparaciones son odiosas, pero traza un paralelismo entre la Europa del año 2011 y la América Latina de 1985. Y es que el famoso profesor de Estructura Económica piensa que el nuevo Consenso de Fráncfort es estructuralmente parecido al de Washington.
"Tanto uno como otro van en la misma dirección", apunta Becerra. La cuestión es sanear y estabilizar sin que importe quien se queda por el camino, aunque el profesor señala con sorna que "si se queda por el camino un belga le darán un mendrugo de pan bastante más grande que el que le dieron a un hondureño cuando se quedó".
Pero el paralelismo económico, que comenzaría por una situación deflacionaria agravada por una caída de la actividad económica que merma los ingresos fiscales de los Estados, también tiene mucho que ver con Japón aunque el País del Sol Naciente estén en extremos opuestos.
Si echamos la vista atrás, puede decirse que la crisis latinoamericana de los años 80 fue provocada por gobiernos populistas e irresponsables que dilapidaron la herencia acumulada desde la Segunda Guerra Mundial. Después, ya en los años 70, estos países latinoamericanos fueron cebados con crédito por los banqueros del primer mundo, que encontraron a quien prestarle cuando la recesión hizo que su negocio cayera en picado tanto en EEUU como en Europa.
Pero, como explica Niño Becerra en La Carta de La Bolsa, "la situación se dio la vuelta en los 80, los tipos de interés volvieron a aumentar y en aquellos países se instalaron lasdictaduras amigas (Ronald Reagan dixit). Y para solucionarlo fueron llegando los chicos del Consenso de Washington".
Llegó la hora: toca sufrir
Hasta aquí parece evidente que el esquema se repite: muchos países europeos han sido enterrados, o se han dejado enterrar, bajo montañas de crédito fácil que ahora no pueden devolver. Había que seguir creciendo a toda costa y tanto los gobiernos como los ciudadanos fueron cebados con dinero fácil y barato. Pero la fiesta se ha terminado y ahora es el turno de los muchachos del Consenso de Fráncfort.
¿Y Japón? "Lo de Japón fue diferente. Fue un expolio perpetrado en el Plaza y en el Louvre. EEUU obligó a Japón a revaluar el yen so pena de que volviese el espectro de MacArthur, y Japón comenzó a externalizar producciones como un poseso para compensar la caída de competitividad que experimentó. Y en el interior -y aquí la cagó- se lanzó a la hiperespeculación con créditos baratos concedidos en despachos sin ventanas", escribe Niño Becerra, que asegura que como el ahorro interno del país era espectacular no hizo falta que los chicos del Consenso de Washington intervinieran. Fue como ganar la batalla sin disparar un solo tiro porque Japón dejó de ser lo que era.
Así las cosas, ahora sería el momento de la austeridad a ultranza del Consenso Fráncfort, de que la economía se ajuste y de que en ese periodo no se altere el orden establecido. Y eso en los países más castigados significa que hay que purgar el exceso del crédito y que todo debe hacerse más pequeño y guardar relación con los escasos recursos de los que se dispone.
¿Y quiénes harán algo así? "Pues los Gobiernos de técnicos que vienen", sentencia Becerra, que cree que los futuros gobiernos gestionarán la economía a imagen y semejanza de las megacorporaciones empresariales. La productividad y el ahorro serán el santo y seña, caiga quien caiga.
"¡Y en el reino de España hablando de una reforma laboral para, a golpe de decreto, reducir el desempleo!", ironiza el economista.