“El inconveniente de esta edad de oro de la comunicación y la información es que no hay medios

Publicado en por noticias-alternativas

Los medios y el sentido

8 Junio 2011 | Categorías: Internacional

SAMI NAÏR, EL PAÍS

“El inconveniente de esta edad de oro de la comunicación y la información es que no hay medios
para saber lo que sucede”, escribe paradójicamente El Roto, el hombre de la mirada siempre afilada de EL PAÍS. Ignacio Ramonet pone de manifiesto esta verdad profunda a la cabeza de su libro, La explosión del periodismo, de los medios de masa a la masa de los medios. Sabemos que con la crisis ecológica, la de los mercados y, más aún, la de las clases políticas dirigentes, los medios atraviesan una fase muy crítica, relacionada con su éxito. Un éxito que transforma la información en incapacidad de interpretar la propia información. Dicho de otro modo, responde
Ramonet, esta es “una crisis del sentido”.

La sobreinformación, reducida a la recopilación de los acontecimientos y de los sucesos, ¿es aún
información? ¿Adónde ha ido a parar la capacidad de relacionar acontecimientos diferentes cuando
todo es rebajado y banalizado por unos hechos entregados de cualquier manera, tan alejados en su
importancia como en su significado? La prensa escrita pierde terreno ante la masa de los medios
audiovisuales salvo, retomando el éxito espectacular de Die Zeit, cuando opta por el sentido, y
hace comprender al lector que tiene alguna cosa importante que decir. Cuando ha elegido los
análisis de fondo, en resumen, una exigencia que no se basa en la facilidad de los hechos sino en
la voluntad de aprender.

La pregunta es: ¿cuál es ahora la función de los medios? ¿Estamos aún ante un cuarto poder
independiente? Ramonet sostiene que los medios de masas son los aparatos ideológicos de la
globalización, que su papel es el de reproducir la dominación de los grandes intereses
financieros y oligárquicos mundiales. Eso es verdad, pero hay que matizar. Podríamos contestar,
en respuesta a la crítica de los años setenta sobre el concepto althuseriano de los aparatos
ideológicos del Estado: la ideología de los aparatos no es instrumental, está atravesada por unos
intereses opuestos, los granos de arena en el funcionamiento de esos aparatos son tan importantes
como su supuesta coherencia.

¿No debemos tratar más bien con propaganda mercantilizada porque ya no hay realmente un desafío
ideológico salvo el de vender y comprar? Efectivamente, eso también es una ideología, pero de
“baja intensidad”. La masa de los medios fabrica sobreinfor-mación, da incluso a cada uno el
derecho a hacerse su propia información, ¿pero con qué finalidad? Si observamos los grandes
acontecimientos que aparecen y desaparecen a la velocidad del relámpago, nos damos cuenta de la
verdad del aforismo de Jean Luc Godard a propósito de la televisión: su papel no es el de dar a
conocer sino el de fabricar olvido. Sin embargo, la fábrica del olvido no es incompatible con la
reproducción de la dominación mediante la manipulación. Y Ramonet no se olvida de plantear esta
cuestión. Aquella puede ser directa, tipo Berlusconi: produce sentido insensato, rebajado con el
divertimiento vulgar y aparentemente inofensivo. El monstruo sonriente. Más original, la
manipulación indirecta, que aspira a producir consenso alrededor de un orden democrático
totalmente pervertido por la falta de capacidad para tener peso sobre sus fundamentos. Esta ya
era la tesis de Adorno. Y es tanto más cierto que los medios parecen no tener un contrapoder.

Pero aquí también hay que relativizar. En realidad, y es un milagro sin duda debido a la educación cuando esta es difundida para todo el pueblo (puede ser que eso de-saparezca con la globalización del ultracapitalismo, como diría el exconsejero del presidente Clinton Robert
Reich), existe todavía una opinión pública relativamente independiente, y que sabe hacerse oír cuando es necesario.

Recordemos en Francia el bombardeo mediático a favor de la ultraliberal Constitución europea, en 2005: durante tres meses, no había en el fondo más que un punto de vista en los medios de comunicación. Pero vimos al pueblo apoderarse del debate, y la sociedad civil deliberar democráticamente. El resultado es conocido y los medios perdieron. Se trata en realidad de un arma de doble filo. Y, en el fondo, no sabemos cómo se produce la alquimia entre los medios y la
conciencia espontánea. Salvo, lo hemos visto con la revolución árabe, cuando estos se convierten
en un instrumento de lucha con retos de urgente realidad: aquí, los medios pueden reencontrar la
función de organizadores colectivos de los partidos políticos. La reflexión sobre el periodismo
es ahora inevitable; el libro de Ramonet plantea cuestiones esenciales, e invita al debate.

Etiquetado en ARTÍCULOS

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post